Ilustración por Yudaoshan |
Este relato está basado en la saga de videojuegos Touhou Project
Ese
mismo cielo anaranjado que lentamente se fundÃa a negro, uno de esos hermosos
atardeceres en el que el gran astro se desvestÃa de su divino manto y se volvÃa
visible a los mortales. El mundo seguÃa, cambiaba a cada momento, giraba entre
noche y dÃa, incluso los dÃas se hacÃan más largos. El viento de ese movimiento
embistió a las dos chicas que miraban al horizonte desde el muelle. La castaña
sostuvo su oscuro sombrero para evitar que acompañase el camino del aire.
—Parece
que el verano nunca va a llegar ¿No Mary? —agregó con esa sonrisa calmada que
conocÃa tan bien, unos ojos castaños que siempre seguirÃa para encontrar el
camino de regreso.
—Si…
Ya va una semana. ¿Se puede robar el verano? —contestó divagando en hechos
pasados, como siempre, podÃa ser honesta.
—¿Y
que podrÃan robarse? ¿La arena de la playa?
—O
la luz del sol…
—¡O
los helados! —exclamó repentinamente
El
comentario provocó la sonrisa simpática de la aludida. La energÃa, el calor de
aquellos ojos que hacÃa que no necesitase un abrigo, el ondular de sus cortos
cabellos café que por capricho de los elementos a veces osaba mezclarse con sus
rubias mechas. Suspiró dejando de mirar a Renko, no, más bien a través de ella.
<<Más
fronteras…>> Antaño eso hubiera
sido señal de gozo y celebración. Sus especiales ojos, capaces de atravesar la
“vida real” y llevarlas a “La tierra de la fantasÃa” se habÃan vuelto más
agudos, más hábiles, comenzaban a superar el talento astrológico de su amiga…
pero no podÃa abandonar la brújula que la llevaba de vuelta, aun cuando la
precisión de la aguja habÃa perdido su utilidad.
PodÃa
verlas, eran más, se expandÃan aquellos agujeros de especial forma por el
territorio oscuro del cielo. Ni siquiera su semejante color le permitÃa
confundirlos con el cielo estrellado, al final, las estrellas eran reemplazadas
por incómodas miradas de los ojos de misterioso autor que se asomaban por la
frontera. Suspiró tensa, como siempre Renko la devolvió a la realidad.
—Pero
supongo que podemos comer helado en cualquier época, asà que no cuenta.
—Si…
La
respuesta incómoda pareció no ser notada por su amiga la cual tan solo volvió
su mirada a las olas, cortadas por la presencia de una gran maquinaria que
vaciaba arena perdida en sus aguas. La sensación de fantasÃa, la infinita arena
del mar se veÃa incómodamente destruida por la presencia del vehÃculo teniendo
que rellenarla, la castaña suspiró.
—
¿Estás viendo las fronteras?
Los
ambarinos orbes de la muchacha se abrieron ¿PodÃa verlos también? ¿Cómo lo
supo? Sus manos se aferraron fuertemente a la astillada madera del puerto, una
dejadez que adoraban porque se sentÃa natural, mucho más que la pulcritud de su
ciudad.
—Es
porque siempre pones esa cara cuando ves una. —sintió la mano por sus largos
cabellos que apenas podÃan levantarse. —Y llevas poniendo esa cara por toda la
semana.
—Son
más… —suspiró
—SÃ,
eso imaginé.
El
silencio se hizo presente, la conversación se habÃa detenido momentáneamente
mientras ponÃan en orden sus pensamientos. Eso no le gustaba, se suponÃa que
podÃa ser sincera con ella pero ahora callaba. ¿Por qué tenÃa que callar? Ella
al final lo descubrirÃa, quizás al final ella supiera en lo que pensaba, quizás
finalmente habÃa entrado en su mente.
—Se
están volviendo más sensibles.
Se
volvió a su compañera para no encontrar a nadie, el muelle vacÃo pero su
presencia presente. Bajó la mirada para encontrarla sentada. Sus manos
reposaban en la gruesa soga que evitó tantas caÃdas, y con sus piernas colgando
al abismo marino.
—Eso
es bueno ¿No? —en su mirada se reflejaban las estrellas que, liberadas del manto
celestino, comenzaban a brillar. —Podemos ir a Gensokyo más seguido
Fingió
una sonrisa asintiendo al comentario. SÃ, eso era lo que le preocupaba, ir a
ese lugar, ese sueño lleno de maravillas y deseos. ¿Por qué tendrÃa que volver?
Ella era su respuesta, ella siempre las hacÃa volver pero… ¿Si entraba sola
podrÃa regresar? ¿PodÃa por accidente entrar en una frontera?
La
respuesta era que no, se darÃa cuenta. Aquello no era mejor que una excusa ya
que era curiosa, muy curiosa y solo necesitaba preguntarse por una vez si
necesitaba a Renko para entrar, para acabar como aquella profesora ¿Quién? No
la recordaba, nadie lo hacÃa, a duras penas su intuición le remarcaba la
sensación de peligro al pensar en el tema.
—Despreocúpate.
—sintió el jalón en su falda
Se
sentÃa leÃda como un libro abierto, aquella chica parecÃa entender lo que
pensaba mientras ella misma no podÃa ver nada, toda mirada siempre terminaba en
una frontera, llamándola, tentándola. El miedo se hacÃa dueño de su corazón por
momentos, no deseaba hacer lo que no debÃa hacer, lo que en realidad querÃa
hacer.
—Oye
Renko…
—¿Dime?
—¿Qué
pasarÃa si nos perdiéramos alguna vez en un viaje?
—Te
sacarÃa de allà —sonrió brillantemente